lunes, 8 de mayo de 2017

EL MOCO



EL MOCO.

Quien no habrá reparado en el poder de un moco. Ese humor espeso y pegajoso que segregan las membranas mucosas, y especialmente el que fluye por las ventanas de la nariz, esa materia pegajosa, medio fluida que a veces forma grumos en forma de pelotilla.

El moco no siempre es esa suciedad molesta que cuando menos lo esperas, asoma por los orificios de tu nariz de manera indiscreta insinuándose insidiosamente de forma inoportuna. Si, ese moco sobre el que tus amigos y amigas hacen mofa y ponen esa peculiar cara cuando lo ven comparecer. “tienes algo ahí…” “joder tío que cerdo…” “guarro, agg, que asco…” Ese es el mismo moco que tiene un valor importantísimo en la vida de las personas.

Por sus mocos los conoceréis y por el color de sus mocos, conoceréis su salud.

Moco blanco

Señala, tejidos hinchados e inflamados en la nariz tienden a disminuir el flujo de moco, haciendo que pierda la humedad y se vuelva espeso y opaco. “Este también puede ser un moco un poco más grueso. Igualmente puede estar presente cuando tienes un resfriado por virus o infección sinusal”, indica la Dra. Tylor.

Moco amarillo

Señala que el moco amarillo revela cómo tu catarro o infección viral puede estar progresando. “En el moco se encuentra una enzima que contiene una gran cantidad de glóbulos blancos. Las glóbulos blancos se apresuran a defenderte contra las infecciones microbianas”, añade la Dra. Tylor. Pero una vez que los glóbulos blancos han batallado contra la infección, se debilitan, son llevados por el flujo de la mucosa, y soplados o expulsados por la nariz o por la boca por medio de la tos. Es común que el moco tenga un tono amarillo, según la Cleveland Clinic.

Moco verde

Si toses moco verde, puede ser una muestra de que tu sistema inmune está luchando contra una infección bacteriana, indican los CDC. Pero no asumas que una infección bacteriana es la única razón por la que se produce el moco verde. Sólo porque es verde, no significa que definitivamente es una infección. Sin embargo, si continúas tosiendo moco verde durante unos 12 días, los CDC señalan que puede ser buena idea ver a un médico, especialmente si estás afiebrado y tienes náuseas.

Moco rosado, rojo o sangriento

Por lo general, cualquiera de estos colores significa que hay sangre en la cavidad nasal. “Gran parte del esputo o mucosidad que vemos, se deriva de tener pequeñas cantidades de sangre goteando por la garganta de la parte posterior de la nariz, no de cáncer o una infección grave como neumonía o tuberculosis”, dice la Dra. Tylor.

Una coloración sangrienta a menudo revela que el tejido nasal en la nariz, por alguna razón se ha roto, dicen los CDC. “A menudo, cuando es realmente seco, especialmente en invierno con tanta calefacción, o en verano con el aire acondicionado, o cuando te soplas mucho la nariz (por resfriados o alergias), o si hurgas tu nariz, estás en un gran riesgo de alguna hemorragia nasal”, señala la Dra. Tylor.

Ella también explica que hay una diferencia entre eso, y el moco sangriento que indica un problema serio.  “El esputo rosado verdadero, especialmente cuando es espumoso, es indicio de una condición rara llamada edema pulmonar, o agua en los pulmones, que puede suceder si tienes insuficiencia cardíaca o después de algunas cirugías”.

Moco marrón

Moco de color marrón puede venir de la sangre vieja, pero también se puede encontrar en los fumadores. “Puede ser en parte debido al alquitrán o resina al fumar, o incluso a los alimentos que has comido como chocolate o vino tinto o café”, explica la Dra. Tylor.

Moco negro

Si no eres fumador o usuario de drogas ilegales, los CDC observan que el moco negro puede significar una infección fúngica grave en un individuo con un sistema inmunológico comprometido. Es una buena idea ver a un médico si expulsas moco negro al toser.

Si bien desde el punto de vista médico, el moco habla mucho de cómo nos encontramos; el moco, en ocasiones hace que nos encontremos incómodos, tensos, irascibles, enojados, etc., de ello depende el momento de su aparición y su textura.

Hay mocos, no obstante, que nos llenan de satisfacción, orgullo y alegría. Tal es, el que yo denomino, el “moco solitario del semáforo”. Es ese moco al que acudimos casi de manera intuitiva y recurrente cuando viajamos solos y pillamos un semáforo cerrado. Instintivamente y tras dejar puesto el punto muerto, alguno de nuestros dedos penetra en las fosas nasales como si de un taladro percutor se tratase. Ahonda y profundiza en busca de ese moco diminuto, duro, pegado en una esquina de nuestras fosas nasales. Probamos primero con el índice, luego con el corazón, pero nada, no sale. El semáforo ya está en ámbar y hemos de abandonar la tarea. Nos damos una tregua hasta el siguiente semáforo, que deseamos en rojo. Dejamos el punto muerto y directos al moco, esta vez con el meñique a contrapelo, en esa posición imposible. Ya lo tenemos, tiramos de él pero su textura pétrea se ha hecho una maraña con los pelos de la porreta. Se nos salta una lágrima del tirón, y al girar la cabeza para lamentarnos, en el coche de al lado, una fina señorita nos observa con cara de asco. Nos colocamos las gafas de sol, metemos la primera y quedamos a expensas del color verde del semáforo, pero con un objetivo en nuestro pensamiento: el siguiente semáforo. Es ahí donde daremos el matarile definitivo al moco, que aunque se resista y se esconda, será presa de nuestros dedos. Con el moco, vendrán unos cuantos pelos que habrán de ser arrancados de cuajo. Moco duro y pelos, será nuestro trofeo de caza y mantendremos entre los dedos, estrujándolo hasta el próximo semáforo o hasta nuestro destino, como señal de dominación extrema. Al bajar del coche, lo arrojaremos sin miramientos a la calzada, con ese regustillo de haberle ganado una batalla al “moco del semáforo”

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